Cuando Alicante se emancipó de Valencia


Ahora que se habla tanto de independentismos, secesiones, DUI y demás movimientos reivindicativos, conviene hacer memoria para recordar que nuestra provincia también vivió en su momento su particular proceso de emancipación cuando reivindicó hasta conseguir la consideración de provincia independiente de Valencia, bajo la que estuvo durante muchos años unida en lo político, cuanto no en las esferas de lo cultural o de lo social.

A principios del siglo XIX comienza a tomar forma una campaña política y popular en Alicante que rápidamente conquistó numerosos adeptos: la idea de constituir nuestra propia provincia, viejo anhelo arrastrado desde décadas atrás. Con el paso de los años, dicha campaña va adquiriendo apoyos y sustentos favorables al secesionismo, toda vez que se desarrollan diversos acontecimientos históricos propiciatorios a este movimiento, como la orden dictada el 9 de septiembre de 1836 que incorporaba a la provincia alicantina la Partida Judicial de Villena, al tiempo que apartaba los de Albaida, Gandía y Onteniente, quedando configurado de este modo nuestro mapa provincial desde aquella fecha.

Pero hasta llegar a esta actual configuración del territorio, coherente con las vinculaciones históricas de las partidas y ciudades en él contemplada, tuvimos que pasar por una caterva de divisiones territoriales que no se ajustaban en muchos casos a la realidad histórica ni geográfica en su ámbito territorial, sino, más bien, al criterio político arbitrario dictado por una clase dominante en el poder excesivamente influenciada por el poder jerárquico regente a nivel regional y un servilismo alejado de las aspiraciones sociales.

Lo cierto es que durante varias décadas, la parcela adjudicada a Alicante para su administración perpetuaba los mismos defectos que en anteriores repartimientos, con unos límites tantas veces trastocados por los litigios que nunca definieron adecuadamente la circunscripción que históricamente se consideraba como propia del territorio y el sentir provincial alicantino.

Alicante albergaba la aspiración y el sueño de ser una entidad provincial desvinculada de las vecinas, fijando y creando de este modo su propio programa, si bien los incidentes políticos de este período no eran precisamente los más propicios para ello. Sin embargo esta aspiración histórica encuentra su caldo de cultivo ideal en torno a la década de 1820.

Es en este período cuando por toda Europa se extiende un período revolucionario iniciado en España e impulsado por los movimientos liberalistas y nacionalistas previos a las guerras napoleónicas. En 1816, Fernando VII El Deseado se niega a aceptar la Constitución Liberal de 1812, lo que desata un sinfín de movimientos revolucionarios a lo largo de los territorios españoles.

Sacudidos por el levantamiento de Riego, los movimientos independentistas andaluces y gallegos y el imparable proceso de secesión de las colonias de ultramar, los liberales alicantinos deciden poner en marcha su propia cruzada en pos de sus ideales de independencia. Se plantea una necesidad inaplazable de separarse políticamente de Valencia que desataría un proceso cuyo fin habría de ser la constitución de la provincia de Alicante, tal y como hoy la conocemos.

Mes de abril de 1820: un escrito histórico

El primer antecedente sobre el anhelo alicantino de ver creada su propia provincia data precisamente de ese crucial año; en concreto, del 19 de abril de 1820. Es en esta fecha cuando noventa y nueve hombres destacados del ámbito social y político de Alicante envían a su Ayuntamiento un escrito pidiendo «nuestra emancipación de la capital de Valencia«, apoyados en los siguientes argumentos que citamos literalmente:

  • Alicante es un pueblo de respeto entre los de segundo orden de la Península, tanto por lo que hace a la agricultura y estimación de sus producciones, cuando por lo esencial de su comercio.
  • Es una de aquellas posiciones distinguidas por la Naturaleza, en donde el clima, el genio de sus habitantes y lo pacífico del charco que compone su rada convidan a la concurrencia de extranjeros de todos los países y a los españoles de diversas partes del Reino (para que luego digan que el turismo es un invento del último medio siglo…)
  • Es, además, la situación topográfica de esta ciudad casi céntrica, tomándola por la línea del mar, entre los cabos de la Torre de la Horadada, a la parte de poniente, y el de San Antonio, por la de levante, con la diferencia de dos leguas poco más o menos, teniendo al norte la ciudad de Jijona y la villa de Alcoy, capitales de partido, pero éstas y sus pueblos, dependientes de esta plaza en lo tocante a rentas o Hacienda Pública. A éstas se agrega la ciudad de Orihuela y su  partido, por la parte de levante, que todos forman la demarcación de las rentas; por manera que los cuatro partidos de Alicante, Alcoy, Orihuela y Jijona tienen cuatro ciudades, treinta y dos villas por lo menos, cuarenta y siete lugares e infinitas aldeas, y el número de almas por un cálculo, el más cierto es de 225.000.
  • Apoya la idea emancipadora la distancia enorme de esta ciudad y pueblos de su demarcación de la capital de Valencia, por lo que es consiguiente el atraso considerable en la circulación de los decretos y órdenes. Alicante, sin perturbar la tranquilidad ni atentar contra persona alguna, quiere se establezca su emancipación de Valencia para ser otro de los baluartes de la independencia de España, el modelo de amor y respeto al Rey.

Valencia se opone a la emancipación alicantina

Unas fechas después de este escrito, el día 23 de abril, los alicantinos se manifiestan ante el Ayuntamiento exigiendo de nuevo que Alicante sea declarada capital de provincia independiente de Valencia.

El ruego es trasladado inmediatamente a la capital del Reino. Meses después, entre julio y agosto del mismo año, el Concejo municipal reitera sus peticiones. Parece, y así queda demostrado, que la capacidad de insistencia de los alicantinos es ilimitada: un año después de esto, el 13 de abril de 1821, los regidores de Alicante reiteran su demanda ante el Consejo Nacional, no obstante la oposición en firme del Ayuntamiento de Valencia.

Pero las reivindicaciones no cesan en su ímpetu hasta que, finalmente, el 5 de octubre las Cortes Generales conceden a la ciudad de Alicante el rango de capital de la provincia de su mismo nombre. Unos meses después, el 22 de enero de 1822, esta disposición es ratificada en Cortes formalizándose definitivamente la división administrativa y civil de España, por lo que, desde ese mismo día, Alicante pasa a convertirse en una de las cincuenta y dos provincias que define nuestro estado.

El 21 de marzo se comunica al Ayuntamiento el nombramiento como jefe político y superior de la nueva provincia de Alicante de D. Francisco Fernández Golfín, que había permanecido preso en el Castillo de Santa Bárbara por espacio de seis años.

Diez años después, el 30 de noviembre de 1833, la regente María Cristina firma un nuevo decreto relativo a la constitución de las provincias españolas, clasificando a la de Alicante entre las de segunda clase junto a otras provincias como Córdoba, Murcia, Oviedo, Toledo, Valladolid y Zaragoza, quedando de este modo dividido el territorio español en cuarenta y nueve provincias.

Como curiosidad, el censo de la provincia de Alicante por aquel entonces ascendía a 368.961 personas, una cifra muy lejana de los actuales 1.825.332 habitantes registrados en el censo del INI en 2017, que convierten a nuestra provincia en la quinta más poblada de España. Como punto de comparación, cabría señalar que en Europa hay 11 países con menos volumen de población; de hecho, la población actual de la provincia de Alicante supera con creces a la población de naciones como Estonia, Chipre o Montenegro.

BIBLIOGRAFÍA

GIL SÁNCHEZ, Fernando. Crónicas  alicantinas. Alicante 1977.

SEVA VILLAPLANA, Vicente. Alicante 1884 Cien años atrás. Alicante 1985

Esta entrada fue publicada en El Poble Vell (Historia) y etiquetada , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario