Alicante es mar, casi por encima de cualquier otra virtud. Una ciudad abierta al mar, nacida por y para el mar. Y en el centro de su vida, el puerto de Alicante, corazón que ha dotado de vida propia e identidad a la ciudad y que ha sido pulmón ambiental, músculo económico y parte indivisible de su Historia.
Desde los albores de los tiempos, el Mediterráneo ha sido un pilar básico en el crecimiento económico, cultural y estratégico de la ciudad. El paisaje marítimo alicantino atrae a una enorme cantidad de turismo tanto nacional como extranjero.
Durante muchas décadas considerado el puerto natural de Madrid, la ciudad de Alicante ha crecido y se ha expandido en torno a su puerto, ubicado frente a dos iconos como el paseo de Canalejas y la Explanada de España y vigilado atentamente por el Castillo de Santa Bárbara, que desde la Cara del Moro no deja de otear al horizonte en busca de los piratas que hace siglos cambiaron sus galeones por modernas barcas fuerabordas dedicadas al contrabando.
El Puerto de Alicante se encuentra estratégicamente situado a apenas 12 minutos del aeropuerto y unido a la red nacional ferroviaria que llega hasta los mismos muelles de embarque. De este modo, el Puerto de Alicante se presenta como un punto estratégico para los servicios de almacenamiento y distribución y cumple principalmente con sus funciones comerciales, pesqueras y de puerto de recreo.
En 1992, la decadencia comercial del Puerto provocó el transito desde su primigenia labor portuaria hacia su reconversión en un el espacio de ocio y de paseo, con restaurantes, bares, pubs y espacios comerciales que han cambiado definitivamente la fisionomía del Puerto de Alicante y han abierto, definitivamente, sus puertas a la ciudad y al Mediterráneo entero.
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