Nuestras tradiciones: Romería a la Santa Faz


La Romería al Caserío de la Santa Faz es una de las tradiciones más queridas y populares de Alicante. En sus más de cinco siglos de historia ha movilizado a decenas de miles de alicantinos que, aún hoy, siguen recorriendo a pie los ocho kilómetros que separan a la ciudad con el monasterio donde descansa su venerada reliquia.

Dedicado a nuestros hijos y familia para que no olviden a su Terreta y nuestras tradiciones.  Víctor y Pepa

El caserío de la Santa Faz está situado dentro de los límites de la huerta alicantina, a 5 Km. al NE de la capital y a 30 m. sobre el nivel del Mediterráneo, entre las poblaciones de San Juan y Villafranqueza y los terrenos de Orgegia y la Condomina.

En su territorio, todavía es posible encontrar las casi extintas viviendas rústicas tradicionales de la antigua huerta alicantina. Muchas de ellas permanecen adosadas a las recias torres defensivas que poblaban esta comarca. Levantadas mediado el siglo XVI como refugio ante las incursiones berberiscas a las que nuestra población debía hacer frente, entre sus muros aún perduran los recuerdos de las fechorías cometidas por los piratas sarracenos Dragut y Barbarroja. Indemnes al paso del tiempo y orgullosas de su noble pasado, aún podemos observarlas, pujando para sobresalir entre las palmeras y frutales que les rodean, en Soto, Alameda, Santa Faz, la Cadena, Roja,  Cacholí  y Villagarcía, como testigos mudos de las frecuentes razzias a las costas levantinas.

Según nos aproximamos al caserío, veremos el Real Monasterio de la Santa Faz, en donde se venera la Santa Reliquia de la Verónica de la Santa Faz, que fuera concedido por el Papa Nicolás V en 1448 al sacerdote Mosén Pedro Mena, del vecino pueblo de San Juan, con motivo de su peregrinación a Roma. El Sumo Pontífice regaló a la villa de Alicante una reliquia, que según afirma una tradición respetada desde su origen, es uno de los tres lienzos con que la Verónica enjugó el rostro de Cristo camino del calvario.

santa_faz_alicante_

La imagen públicamente expuesta es una réplica de la reliquia origina, que permanece guardada para su correcta conservación.

Esta reliquia es muy apreciada por los alicantinos, quienes erigieron el templo que corona el monasterio y da nombre al lugar y a la pequeña aldea donde se ubica. Desde entonces y hasta nuestros días, los alicantinos han mantenido vivo el apasionado culto que le procesan a La Santa Faz durante más de seis siglos.

El milagroso origen de una tradición popular

El origen del templo y la tradición que lo envuelve nació de un insólito hecho acaecido en 1489. Aquel año, Alicante se vio asolada por una terrible y prolongada sequía que amenazaba con arruinar todas las cosechas de la, por entonces, fértil huerta alicantina. El pantano de Tibi, mitigador en tantas ocasiones de estos desastres, no tenía en su presa más que una capa de cieno cuarteado por el sol y la sequedad extrema.

Enterado del problema Mosén Pedro Mena, se acordó del lienzo con la Faz de Cristo que conservaba y al que se le atribuían la realización de numerosos milagrosos. El religioso propuso sacar la Reliquia en procesión para implorarle a su misericordia que devolviera las ansiadas lluvias al reseco campo y, de este modo, poder salvar las cosechas antes de que fuera demasiado tarde.

El 17 de marzo de 1489, los desesperados huertanos salían en masa portando la Sagrada Imagen hacia el Monasterio de los Ángeles para implorar el milagro de la lluvia. El portento no se hizo esperar. Andaba la procesión por las inmediaciones de la rambla de Loxa cuando, inesperadamente y ante el estupor general, una lágrima surgió en el lienzo del Rostro Divino. Once días después se repetía la rogativa. Y una vez más, la Santa Faz respondía al fervor de los alicantinos.

Cerca del Monasterio de los Ángeles, miles de testigos presenciaron un nuevo prodigio. Esta vez, la voluntad Divina se manifestó mostrando en el cielo la forma de dos rostros claramente visibles, idénticos al de la Imagen Santa. En el momento de la bendición, las figuras se diluyeron para dejar paso a una lluvia copiosa que anegó los terrenos de la huerta, salvando de este modo las  ansiadas cosechas.

La construcción del templo

Dado el fervor popular que se había despertado, el Concejo de la ciudad resolvió hacer suya la admirada reliquia. Inicialmente, ésta estuvo custodiada en el mencionado Monasterio de Los Ángeles, a expensas de encontrarle un lugar apropiado donde levantar un templo en su honor.

monasterioFue un fraile de este monasterio, Fray Benito, quien apuntó que el lugar más indicado debería ser el de las primeras manifestaciones milagrosas; esto es, donde la reliquia lloró. De este modo, quedó determinado el lugar donde actualmente se encuentra ubicada de la reliquia. Hacia 1489, se comenzaba a levantar el primer Monasterio de la Santa Faz, que tenía, contiguo al edificio religioso, una torre para que sirviera de refugio ante las incursiones de los piratas berberiscos. En 1518, siete religiosas de la Orden de Santa Clara procedentes de Gandía tomaron posesión del Monasterio, constituyendo su primera comunidad. Desde entonces, las clarisas custodian el monasterio en régimen de clausura.

El monasterio vivió una etapa de reconstrucción entre  1750 y 1766,  de conformidad con los planos del arquitecto y religioso Francisco Cabezas, autor, entre otras, de las iglesias del Ecce Homo de Pego, de San Mauricio y San Francisco de Alcoy y de San Francisco el Grande de Madrid.

Cinco siglos de tradición popular

Esta histórica tradición cuenta ya con 527 años. A lo largo de este tiempo, ha sido sobradamente documentada, tal y como se observa en las crónicas de Don Vicente Bendicho (1640), la de los Padres Maltés y López (1750), «la Disertación del Padre Fabiani» de Diego Ponce de León (1763), la del Cronista Viravens y el «Romancero de la Santa Faz» de D. Mariano A. Mingot y Valls (1879).

La tradición tiene lugar durante el segundo jueves después de Jueves Santo. Ese día, miles de peregrinos llegados desde todos los puntos de la provincia de Alicante, así como de las vecinas Murcia y Valencia, recorren a pie los algo más de 8 kilómetros que separan Alicante del Monasterio de Santa Faz en una romería popular que se conoce tradicionalmente como la peregrina.

Veneración de la Santa Faz (1905)

Veneración de la Santa Faz (1905)

Los peregrinos hacen la peculiar paraeta a mitad de camino para, con sus rollets d’aguardent y el vino fondillón, tomar fuerzas antes de recibir el consuelo de la fe en su encuentro con la Santísima Faz. Porque, aunque cada vez pase más inadvertido, el carácter de la jornada festiva fue y es religioso per se, como corresponde a cualquier romería.

A su llegada, la multitud se congrega en los alrededores del Santuario para comerse las viandas que traen, como la tortilla de habas y alcachofas, el conejo con tomate, etc…. acompañado de encurtidos y habas tiernas, al mismo tiempo que aspiran el delicioso olorcillo de la ñora sofrita procedente de los improvisados fuegos que, bajo la sombra de olivos abandonados y algarrobos robustos, cocinan el típico arros alacantí.

A su paso, los peregrinos recorren los mojones que jalan el camino ataviados  con la tradicional camisa de xuanos, una larga camisola negra abotonada, y pañuelo blanco anudado al cuello, mientras acompasan la marcha con su caña rematada por una ramita de romero (aunque muchos lo ignoran, el motivo de ello es debido a que esta planta aromática es símbolo de eternidad, vida e inmortalidad, algo común entre todas las civilizaciones mediterráneas).

romeria a la santa faz

Romería de la Santa Faz, la popular Peregrina (2016).

En los alrededores de la aldea se suelen instalar puestos de venta ambulante, en los que exponen productos de artesanía alfarera y dulces tradicionales como la regaliz, el palo de caramelo, los frutos secos, el arrós o torró de novia (un conglomerado de palomitas de maiz cuajadas con miel y caramelo) o el arrop i tallaetes.

Un lugar para las ofrendas

Exvoto es una palabra del latín que designa una ofrenda hecha a Dios en recuerdo de un beneficio recibido, en forma de textos agradecidos, prendas u objetos personales. Como lugar de peregrinación y devoción, en el Monasterio de la Santa Faz se cuentan por miles los exvotos que recibidos a lo largo de los siglos. Algunos de ellos son particularmente singulares y forman parte de la historia y la tradición alicantina.

tabacosEntre ellos, están los textos agradecidos a la Santa Faz que recuerdan el dramático incendio de la Fábrica de Tabacos ocurrido en 1844. Situados en la parte inferior del cuadro pintado al óleo que se encuentra en la sacristía del templo, podemos leer el siguiente texto:

“En memoria del incendio ocurrido en la fabrica nac. de cigarros de la ciudad de Alicante, el día 20 de mayo de 1844. Las operarias (3000) de aquel establecimiento dedican a la ssma. Faz de nro. Sor jesucristo este humilde recuerdo demostrando su gratitud. Así por los peligros de que se salvaron en tan fatal conflicto, como por los beneficios que las dispensó después de reconstruidos los talleres» (sic)

Otro famoso exvoto es el del célebre marino Juan Sebastián Elcano, capitán de la expedición que habría de circunnavegar La Tierra por primera vez en 1519. En su testamento, conservado en el Museo Naval Nacional, figura la siguiente cláusula donde se expresa el ofrecimiento de éste a la Santa Faz de Alicante:

«Item mando. Por cuanto tengo prometido de ir en Romería a la Santa Verónica de Alicante e porque yo no puedo cumplir; que haga un romero, e mando para el dicho romero 6 ducados: allende de ello mando que le sean dados a dicho romero 24 ducados para que los de a la iglesia que la dicha Santa Verónica e traiga fée del prior e los mayordomos que recibieron los dichos 24 ducados» (sic)

elcanoOtro marino ilustre, el alicantino Julio Guillén Tato, Capitán de Navío y Director del Museo Naval, descubrió años después la promesa incumplida. Tras realizar las oportunas gestiones e interesar al Ministerio de Marina, al Departamento de Cartagena y al Ayuntamiento y Hermandad de Pescadores de Guetaria, organizó una ceremonia para que se cumpliera la promesa deseada por Elcano. El acto tuvo lugar el día 20 de abril de 1944 y en él figuraba el Sr. Guillén Tato encarnando al romero del testamento, quien hizo entrega a las religiosas del Convento de dichos ducados. El momento quedó inmortalizado con la colocación de la maqueta de la nao Victoria en una de las arcadas laterales del templo, así como una placa con el texto que lo evoca y que dice así:

guillen tato

Bibliografía

  • Nicasio Camilo Jover, Reseña histórica de la Ciudad de Alicante (Alicante, 1863)
  • José Tarí – emérides Alicantinas  (Alicante, 1958)
  • Víctor Viñes – Al pie del Benacantil (Alicante, 1958)
  • Vicente Seva Villaplana – Cien años atrás, Alicante 1884  (Alicante, 1985)
  • Ayuntamiento de Alicante – Santa Faz, Crónica de cinco siglos (Alicante, 1989)

Acerca de Víctor Guerra

Blogueando desde 2007, que ya son años...
Esta entrada fue publicada en Alicantinísimo, La Manta al Coll (Fiestas y Costumbres) y etiquetada , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario