Las Hogueras de Alicante, una tradición milenaria


Hay quienes opinan que nuestras fiestas mayores nacieron en 1928, tras las numerosas reuniones en el Círculo Mercantil en las que José María Pí y Ramirez de Cartagena sugirió el festejo actual. No concedan mucho crédito a esta afirmación, ya que solo en parte tiene razón, puesto que hace tan solo 88 años que se levantaron los primeros monumentos artísticos de madera y cartón, tal y como hoy los conocemos, conjugados con sátira y alegría, que han transformado una costumbre antiquísima de la que nadie conoce a ciencia exacta su origen.

Mucho, muchísimos años antes de esa fecha, desde los albores de los tiempos, en tierras alicantinas se encendían hogueras coincidiendo con el solsticio de verano, una costumbre ancestral común a lo largo de las civilizaciones mediterráneas. No en vano, por venas alicantinas corre sangre de la mayoría de estas civilizaciones.

Siguiendo una tradición presente en la mayoría de sociedades de tradición agrícola, como es la nuestra, durante el principio del verano – coincidiendo con lo que hoy es la conmemoración de la noche de San Juan alicantina -, las generaciones de nuestros mayores prendían primitivas fogatas antes de que Les Fogueres existieran tal y como hoy se conocen.

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Estas fogatas estaban confeccionadas con trastos viejos, sillas y esteras  inservibles, que previamente los muchachos habían recogido por los barrios. También se tomaban prendas viejas, que se rellenaban con paja y se remataban con calabazas secas, ollas y similares a modo de cabeza para hacer un muñeco que representaba algún ser maléfico al que el fuego habría de purificar durante esta noche mágica. Estos personajes son los antepasados de nuestros actuales ninots.

Llegada la noche del 24, en todos los barrios alicantinos se prendían estas hogueras, en  las que los mozalbetes formaban corro en derredor y cruzaban las llamas con saltos arriesgados que provocaban fugaces chispas.

Una tradición ancestral de redención y buenaventuras

Esta costumbre juvenil podría tener unos orígenes mucho más profundos de lo que podríamos pensar. De hecho, hay quien defiende que procede del triple salto con que cruzaban sus hogueras los griegos, en homenaje a Hestia y Palas, diosas del hogar y el fuego y de la sabiduría, y los romanos en honor a Ceres, dios de las cosechas. No olvidemos que nuestros ancestros de Leuka y Lucentum mantuvieron fluidas relaciones comerciales y sociales con las civilizaciones griegas y que nuestra ciudad fue una ilustre colonia romana.

Así pues, nuestra tradición tiene un marcado origen pagano pre-cristiano, cuyas raíces se extienden a otras civilizaciones centroeuropeas y africanas. Desde un enfoque antropológico, esta ceremonia marcaba el paso desde el fin de los rigores del frío y oscuro invierno al nacimiento del fértil y cálido verano.

Con estas hogueras se pretendía quemar los malos momentos del pasado, la escasez de alimentos y los temores que durante las largas noches invernales embriagaban a la población eminentemente campesina, al tiempo que se rogaba a los dioses para que la próxima cosecha fuera generosa y abundante, ya que de ella habrían de vivir el resto del año.

Desde el siglo VIII, en la basílica romana de San Juan de Letrán se realiza la ceremonia papal de la bendición del fuego nuevo en la consagración del Santo Crisma, donde se llevaban tres lámparas con el nuevo crisma bendito y se colocaban en los tres ángulos de la basílica, en la que ardían durante la administración del bautismo. Por lo que se advierte, en esta ceremonia hay una marca relación con San Juan Bautista.

Por cualquiera de los caminos, llegamos a las actuales Hogueras de San Juan en Alicante, perdurando aquel antiquísimo rito que se pierde en la noche de los tiempos, para ofrecer en el siglo XX una fiesta singular en la que se mezclan humor, dedicación, arte y mucha paciencia con un ambiente festivo de entusiasmo y optimismo.

El día 20 de Junio es el momento de lucir el sacrificio y trabajo sordo de todo un año con la tradicional “Plantá”(montaje) de las 89 hogueras que este año plagarán las calles de Alicante. Pero estos monumentos perennes de cartón y madera no son los únicos protagonistas de nuestra fiesta. Junto a ellos, están sus respectivos “racós”, recintos donde los socios de la hoguera («foguerers») se reúnen para convivir, comer y festejar durante las fiestas.

Así mismo, también existen las barracas, unos recintos similares a los racós pero que no están vinculados directamente a una hoguera. Estos espacios se plantan en calles y plazas, rodeados por vallas y abiertos por arriba al amable cielo alicantino. Suelen contar con una barra y orquestas que amenizan con su música las noches hasta altas horas de la madrugada.

A partir de esa noche del 20 y hasta la noche de la gran cremá del 24 de Junio, con la quema de las hogueras, comienza todo el ritual del programa de nuestras fiestas con la tradicional cena de “cabaset”(capazo) de donde saldrán fiambreras y cacerolas con olorosos condumios, empezando con el aperitivo compuesto de nuestros tradicionales salazones, como la mojama, hueva de atún, bonito seco, “garrofeta”(hueva de bonito) acompañados por una ensalada con tomate, alficoz y un buen aceite de nuestra provincia, para hacer la “mullaeta”(mojadita), unos ingredientes y platos que ya aparecen reflejados en escritos y mosaicos de la etapa romana, posiblemente procedentes de las almadrabas de La Albufereta y El Campello.

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Continuando con la tradición, hacen su aparición la coca en toñina, de la que hemos hablado en otros artículos, junto a fuentes de brevas y un porrón de vino blanco que nos recordará al desaparecido de la Condomina, para cumplir con el rito de estas noches de Hogueras.

Hogueras, barracas y racós han perdido, con el paso del tiempo, a unos viejos compañeros de viaje: los “ninots al carrer”(muñecos en la calle) y calles engalonadas, hoy apenas presentes en algunos de nuestros barrios más tradicionales, como el de Santa Cruz, y que antaño llenaran de arte, color y música todas las calles de nuestra ciudad.

En resumen, esta es la tradición de la que proceden nuestras fiestas y que, como se puede apreciar, es muy anterior a las actuales Hogueras nacidas en 1928 que los alicantinos conmemoramos. Estas tradiciones, que durante siglos celebraron nuestros antepasados y dieron lugar a ese ritual que, explicado queda, posee un arraigo social y cultural que la hace perdurable, y por tanto ajena a especulaciones sobre su mayor o menor modernismo. ¡Así pues a cumplir con el ritual establecido, que tiene la solera de las cosas nuestras y más queridas!

Los alicantinos hacemos de las hogueras una fiesta exuberante, con sus cientos de músicos, sus kilómetros de tracas, sus toneladas de pólvora en mascletás y castillos de fuegos, sus cabalgatas y desfiles, sus típicas barracas y sus iluminaciones, en torno a monumentos de madera y cartón, auténticas obras de arte que,  al filo de la medianoche del día de San Juan, tras la “palmera” de fuego de artificio que empenacha nuestro monte Benacantil en la noche estrellada.

Mientras, a sus pies, la ciudad entera se despoja de sus vergüenzas y recelos para mecerse al ritmo de las palmeras frente al fuego purificador, símbolo de renovación, y el agua, fuente de abundancia y vida, y que dará fin de estas hogueras y nuevo comienzo de las del  año próximo.

Fuente: Diario Información

Fuente: Diario Información

Y qué mejor forma de rematar este recorrido por nuestra fiesta que recordando la letra y música de nuestro Himno a les Fogueres de Sant Chuan:

Himno  Hogueras de Alicante (1929)

Compositor: Luis Torregrosa García. Letra: José Ferrándiz Torremocha

Ya s’alcen les flames, cami del cel
i ronquen les traques al seu content:
com si foren estrelles del firmament
esclaten les bombes formant dosel.

En la festa del foc, la mes radiant
naixcuda del poble, que sap goçar,
decidits volen tots, sense dubtar,
fer d’Alacant una ciutat triumfant.

En la nit de Sant Joan
quan se tiren trons i trons,
d’eixos ben grossos i bons,
de les dotze en avant,
i se pinta el cel de roig,
el que ronda una fadrina,
te que dur-li, s’es galant,
la seua coca ab tonyina.

«Tres pardalets, una moneta,
d’eixos que van en bicicleta.
Xiquets, ploreu que pardalets tindreu… !»
Veniu, xiquets, i cantem
la fermosura d’Alacant,
la qu’es ya com tots sabem,
«Millor terra de Llevant».

En la mar mansa i lluentosa
qu’abaniquen les palmeres,
i a la llum de les Fogueres,
qu’es la festa mes fermosa,
i en un singular encant
diu al vent: Vixca Alacant… !
Vixca Alacant!!! vixca Alacant!!!

BIBLIOGRAFIA
  • Efemérides alicantinas, José Tarí Navarro (Alicante, 1958)
  • Al pie del Benacantil, Víctor Viñes Serrano (Alicante, 1953)
  • El otro Alicante, Emilio Chipont (Alicante, 1968)

 

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Acerca de Víctor Guerra

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